PARA JESÚS, LOS ÚLTIMOS SON LOS PRIMEROS

1 de Octubre de 2023

Evangelio según MATEO 21, 28-32

 

-A ver, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero diciéndole:

«Hijo, ve hoy a trabajar en la viña».

Le contestó:

«No    quiero».    Pero    después    sintió remordimiento y fue.

Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Este contestó:

«Por supuesto, señor». Pero no fue.

¿Cuál de los dos cumplió la voluntad del padre?

Contestaron ellos:

«El primero». Jesús les dijo:

-Os  aseguro  que  los  recaudadores  y  las prostitutas   os   llevan   la   delantera   para entrar en el Reino de Dios. Porque Juan os enseñó  el  camino  para  ser  justos  y  no  le creísteis;  en  cambio,  los  recaudadores  y prostitutas  le  creyeron.  Pero  vosotros,  ni aún después de ver aquello habéis sentido remordimiento ni le habéis creído.

Sociedad dividida

Jesús conoció una sociedad dividida por barreras de    separación    y    atravesada    por    complejas discriminaciones. En ella encontramos judíos que pueden entrar en el templo  y paganos excluidos del culto; personas «puras» con las que se puede tratar  y  personas  «impuras»  a  las  que  hay  que evitar; «prójimos» a los que se debe amar y «no prójimos»    a    los    que    se    puede    abandonar; personas     «justas»     y     hombres     y     mujeres «pecadores».

La actuación de Jesús en esta sociedad resulta tan sorprendente que todavía hoy nos resistimos a  aceptarla.  No  adopta  la  postura  de  los  grupos fariseos, que evitan todo contacto con impuros y pecadores.  Jesús  se  acerca  precisamente  a  los más   discriminados.   Busca   salvar   «lo   que   está perdido». La gente le llama amigo de pecadores.

Con   insistencia   provocativa   va   repitiendo   que «los   últimos   serán   los   primeros»,   y   que   los recaudadores y las prostitutas van por delante de los  escribas  y  sacerdotes  en  el  camino  del  reino de Dios.

¿Quién    sospecha    hoy    realmente    que    los alcohólicos,  vagabundos  y  todos  los  que  forman el  desecho  de  la  sociedad  pueden  ser  ante  Dios los  primeros? ¿Quién  se atreve  a pensar que las prostitutas, los heroinómanos o los afectados por el sida, pueden preceder a no pocos eclesiásticos de vida intachable? Sin embargo, aunque ya casi nadie   os   lo   diga,   vosotros,   los   indeseables   y rechazados, tenéis que saber que el Dios que  se vislumbra    en    Jesús    sigue    siendo    realmente vuestro   amigo.   Cuando   nosotros   os   evitamos, Dios     se     os     acerca.     Cuando     nosotros     os humillamos     él     os     defiende.     Cuando     os despreciamos,  os  acoge.  En  lo  más  profundo  de vuestra  humillación  no  estáis  abandonados.  No hay sitio para vosotros en nuestra sociedad ni en nuestro corazón. Por eso precisamente tenéis un lugar privilegiado en el corazón de Dios.

Los cristianos hemos llenado de palabras muy hermosas   nuestra   historia   de   veinte   siglos, hemos  construido  sistemas  impresionantes  que recogen  la  doctrina  cristiana  con  profundos conceptos.   Sin   embargo,   hoy   y   siempre,   la verdadera    voluntad    del    Padre    la    hacen aquellos  que  traducen  en  hechos  el  evangelio de Jesús y aquellos que se abren con sencillez y confianza a su perdón.

UNA DESIGUALDAD INACEPTABLE

Como subraya Papa Francisco, la desigualdad es el fruto  de  un  crecimiento  económico  injusto,  que prescinde de los valores humanos fundamentales, y que  es  indiferente  a  los  daños  infligidos  a  la  casa común.    “La    desigualdad    social    y    el    degrado ambiental van de la mano y tienen la misma raíz: la del   pecado   de   querer   poseer   y   dominar   a   los hermanos y las hermanas, la naturaleza y al mismo Dios”, aseguró.

Citando el Catecismo, el Santo Padre recuerda que “la  tierra nos  precede  y nos  ha  sido  dada,  ha  sido dada por Dios a toda la humanidad”, por tanto “es nuestro deber hacer que sus frutos lleguen a todos, no  solo  a  algunos”.  A  la  luz  de  la  Constitución pastoral  Gaudium  et  Spes, el Papa  Francisco  subraya que “el hombre, al usarlos, no debe tener las cosas exteriores     que     legítimamente     posee     como exclusivamente     suyas,     sino     también     como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás”.

Las propiedades y el dinero son instrumentos que pueden servir a la misión, sin embargo “los transformamos fácilmente en fines, individuales o colectivos” socavando los valores humanos esenciales. De este modo, señala el Papa Francisco, “el homo sapiens se deforma y se convierte en una especie de homo economicus – en un sentido peor – individualista, calculador y dominador”.

“Cuando la obsesión por poseer y dominar excluye a  millones  de  personas  de  los  bienes  primarios; cuando la desigualdad económica  y tecnológica es tal   que   lacera   el   tejido   social;   y   cuando   la dependencia   de   un   progreso   material   ilimitado amenaza  la  casa  común,  entonces  no  podemos quedarnos mirando. No, esto es desolador.”

Tu rostro en cada esquina

Señor, que vea…

…que vea tu rostro en cada esquina.

Que vea reír al desheredado, con risa alegre y renacida. Que vea encenderse la ilusión en los ojos apagados

de quien un día olvidó soñar y creer. Que vea los brazos que,

ocultos, pero infatigables, construyen milagros

de amor, de paz, de futuro.

Que vea oportunidad y llamada donde a veces sólo hay bruma.

Que vea cómo la dignidad recuperada cierra los infiernos del mundo.

Que en otro vea a mi hermano, en el espejo, un apóstol

y en mi interior te vislumbre.

Porque no quiero andar ciego, perdido de tu presencia, distraído por la nada… equivocando mis pasos

hacia lugares sin ti.

Señor, que vea…

…que vea tu rostro en cada esquina.

José María Rodríguez Olaizola, sj

 

 

Para reflexionar

  • ¿Hasta qué   punto   nos   preocupan   los problemas  y  necesidades  de  los  demás: familia, vecindad, humanidad…?
  • Cuando trabajamos   por   los   demás   ¿lo hacemos   solos?   ¿Nos   cuesta   colaborar con  otros  que  no  piensan  o  viven  como nosotros?   ¿Estamos   dispuestos   a   unir nuestras fuerzas con los que luchan por el bienestar de todos?

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