1 de Diciembre de 2024
Evangelio según LUCAS 21,25-28.34-36

Dijo Jesús a sus discípulos:
—Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran, poder y majestad.
—Cuando empiece a suceder esto levantaos, alzad cabeza: se acerca nuestra liberación.
Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.

El poder del sistema no es tan inexpugnable como los poderosos quieren hacerlo creer

La última etapa de la vida de Jesús, su corta estancia en Jerusalén, ha estado marcada por la controversia. En determinados contextos, la fe no puede eludir la contradicción que ella misma provoca. En este pasaje, la controversia proviene por la diferente idea del mundo que manejan Jesús y el judaísmo. Este, como sistema que es, cree que el mundo está construido en clases dominantes, la que constituyen ellos mismos, y clases dominadas, el pueblo. Jesús, por el contrario, por la idea de dignidad de toda persona que tiene, cree que el mundo está llamado a una plenitud en la que cada uno alcance la dicha. Por lo mismo, no hay que interpretar esta clase de pasajes desde una perspectiva catastrofista, como si narraran el fin del mundo, sino desde una idea de sociedad, de mundo, llamado a la plenitud.
En ese sentido, los signos cósmicos han de entenderse como el tambalearse de los poderes opresores (sol-luna-estrellas, siempre han sido signo de los poderosos). El sistema quiere hacer creer que la solidez de sus poderes es inquebrantable. Sin embargo, algo se mueve, algo se tambalea, porque el poder del sistema no es tan inexpugnable como los poderosos quieren hacerlo creer.

«Es tarde pero es nuestra hora; es tarde pero es todo el tiempo que tenemos a mano para hacer el futuro… Es tarde pero es madrugada … si insistimos un poco».

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