Encuentro de Navidad de las Comunidades Cristianas de Base de la Región de Murcia
Como todos los años, en estas fechas, el pasado domingo 15 de diciembre hemos celebrado nuestro Encuentro de Navidad.
Iniciamos con la acogida y la oración, en la que se incluyó nuestro compartir comunitario con tres proyectos en los que las Comunidades de Base estamos implicados:
- Proyecto «OIKÍA» en Bolivia
- Proyecto «EDUCAMERÚN» en Camerún
- Proyecto con las HERMANAS DE LA SAGRADA FAMILIA, en Chiantla (Guatemala)
Contamos con la presencia de Fernando Bermúdez y Joaquín Sánchez, que desarrollaron el tema que centraba nuestro Encuentro.
Lo inició Fernando Bermúdez, haciendo un retrato sobre la primera parte del título «En un mundo violento»:
La misericordia exige conocer la realidad de la humanidad sufriente. La misericordia tiene dos dimensiones: la compasión y el compromiso por la transformación de la realidad. Es decir, tener compasión con el que sufre y comprometerse en su proceso de liberación.
Para realizar una terapia misericordiosa y curar a la sociedad de los males que la aquejan es necesario hacer un diagnóstico crítico de lo que acontece. El mundo yace envuelto en una profunda crisis social, política, climática, ética y espiritual, que afecta a todos los sectores de la sociedad. Vivimos en un mundo cada vez más complejo, fragmentado, polarizado y violento. Nuestra actitud debe ser la del buen samaritano, de la parábola de Lucas 10. Se trata de ver el mundo con los ojos del corazón. El sacerdote y el levita también vieron, pero les molestó lo que veían y pasaron de largo. Nosotros vamos a ver con ojos de misericordia a los marginados y heridos en el camino hoy: los hambrientos, las víctimas de las guerras, la naturaleza, los refugiados y migrantes, la humanidad.
La segunda parte «apostamos por la misericordia» corrió a cargo de Joaquín Sánchez:
ANTE UN MUNDO LLENO DE GUERRAS Y VIOLENCIAS,
¿QUÉ RESPUESTA PODEMOS APORTAR?
Nuestra respuesta es la misericordia de Jesús de Nazaret, cuyo corazón solidario y fraterno ofreció ante su propio mundo también lleno de guerras, violencias e injusticias su gran proyecto vital: El reino de Dios. Ese reino de justicia, libertad y paz; un reino que pretendía que toda la humanidad estuviera regida por el amor, la compasión y la misericordia entre las personas y los pueblos.
Lo primero que hay decir es que Jesús aprendió a ser misericordioso observando a sus vecinas y vecinos, aprendiendo de ellos y ellas su relación de ayuda, acompañamiento y cariño. Observó y vivió cómo las familias en unos momentos difíciles y de dificultades se apoyaban. Ejemplo de esto era cuando les faltaba algo o en el momento de dar a luz.