14 de Diciembre de 2025
Evangelio según MATEO 11, 2-11
Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos:
-¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
Jesús les respondió:
-Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
los ciegos ven, y los inválidos andan;
los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen;
los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio.
¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
-¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito:
«Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti».
Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
La salvación ha llegado a los pobres
La gran novedad de Jesús no consiste en que nos enseña ideas más claras acerca de Dios, ni en que propone una moral mucho más alta, basada en el amor y en la justicia. Aquí no radica su novedad desconcertante; radica en su ubicación, es decir, en «desde dónde» anuncia el Reino de Dios y actúa, que tuvo como consecuencia provocar un gran entusiasmo entre las personas más sencillas y los más pobres y despreciados; sin embargo, creó un gran malestar en los fariseos, ancianos y clase sacerdotal.
Ante las expectativas del Mesías salvador y liberador aduce como único signo los ciegos, cojos, sordos, leprosos, muertos y pobres. El signo de que el Reino de Dios ha llegado es que la salvación ha llegado a los pobres, término que engloba a los desesperanzados, a los desheredados de la tierra. Jesús hace de la opción por los excluidos y marginados el distintivo de su Mesianismo.
