Jesús Bonet

Publicado en Cristianismo y Justicia

9 de septiembre de 2025

El mal banal

Hannah Arendt, filósofa y politóloga judía alemana, que emigró a EE. UU. antes de que el III Reich propusiera lo que llamó «solución final», que dio origen al genocidio judío, estuvo presente en el juicio que tuvo lugar en Israel contra el criminal nazi Adolf Eichmann. Una valoración del juicio y de la personalidad del acusado figuran en la obra de Arendt Eichmann en Jerusalén[1]. En ella habla de «la lección de la terrible banalidad del mal, ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes»[2].

El mal banal, para Arendt, es el causado por quienes no son malvados en sí mismos a causa de una patología previa de su personalidad, pero por ignorancia, falta de reflexión, obediencia ciega o fanatismo terminan cometiendo atrocidades inhumanas; sería el caso de Eichmann. Y, finalmente, si un gobierno está detrás de esas atrocidades, «todo gobierno asume la responsabilidad política de los actos, buenos y malos, de su antecesor, y toda nación la de los acontecimientos, buenos o malos, del pasado»[3].

No sé si Arendt firmaría hoy estas últimas palabras, en el momento en que el Estado de Israel está cometiendo en Gaza un brutal genocidio. Me gustaría pensar que ella sería coherente con lo que escribió hace años cuando era su pueblo la víctima.

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